Fotografía | Focus Features
La arquitectura no solo construye ciudades: también puede contar historias, expresar heridas, sueños y resiliencias. Eso es lo que demuestra The Brutalist, la exitosa película dirigida por Brady Corbet y protagonizada por Adrien Brody.
Más que un drama sobre el ascenso de un arquitecto, la cinta utiliza los lenguajes de la Bauhaus y el brutalismo para narrar una vida marcada por el trauma, la migración y la búsqueda de identidad.
UN VIAJE DE HUNGRÍA A ESTADOS UNIDOS
La historia sigue a László Tóth, un arquitecto húngaro que, tras sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial, emigra a Estados Unidos junto a su esposa Erzsébet.
Allí intenta reconstruir su vida mientras impulsa una carrera arquitectónica que combina las influencias europeas del modernismo funcional con el nuevo lenguaje brutalista que empieza a dominar el paisaje urbano de la posguerra.
A diferencia de otros relatos de arquitectos inspirados en figuras como Marcel Breuer, Louis Kahn o Mies van der Rohe, The Brutalist pone en primer plano las cicatrices invisibles del exilio y la supervivencia.
ESCENARIOS QUE CUENTAN MÁS QUE LAS PALABRAS
El diseño de producción, a cargo de la reconocida Judy Becker, es una de las joyas de la película.
Cada espacio refleja los estados emocionales de los personajes, desde ambientes sobrios de inspiración Bauhaus hasta construcciones de concreto, vidrio y acero que simbolizan el paso al brutalismo más puro.
La elección de materiales —hormigón expuesto, líneas geométricas duras, texturas rugosas— no solo define la estética visual de la película: también se convierte en una extensión física del conflicto interno de Tóth, un hombre que lleva en su memoria los escombros de la guerra.
LAS LOCACIONES QUE DIALOGAN CON LA HISTORIA EN THE BRUTALIST
La producción utilizó locaciones reales en Europa para capturar la esencia brutalista que requería la narrativa. Entre ellas, destacan:
– Italia: Se filmaron escenas en edificios de Roma, Nápoles y Bracciano, muchos de ellos construidos durante la posguerra bajo principios racionalistas y brutalistas.
– Hungría: Parte de la ambientación inicial recrea la Budapest de mediados de siglo.
– Bélgica: La arquitectura brutalista de Bruselas aportó escenarios emblemáticos, como parques, plazas y estructuras urbanas de gran fuerza expresiva.
Cada locación fue elegida no solo por su valor estético, sino por su capacidad de evocar contextos históricos de reconstrucción, modernización y resiliencia.
EL BRUTALISMO COMO METÁFORA DE RESISTENCIA
Más allá de su despliegue visual, The Brutalist propone una reflexión profunda: cómo la arquitectura —particularmente el brutalismo, tantas veces criticado por su aparente frialdad— puede ser también un acto de resistencia, de memoria y de
expresión personal.
Así, la película logra que cada estructura de hormigón, cada superficie áspera y cada volumen imponente hablen por sus personajes, retratando su dolor y su capacidad de reconstruirse frente a la adversidad.