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Leonardo da Vinci, uno de los mayores genios del Renacimiento, sigue cautivando al mundo con su legado. Fue un polímata que exploró la pintura, escultura, arquitectura, anatomía, ingeniería, matemáticas y filosofía con una mente inquisitiva y una creatividad sin límites.
La obra de Leonardo es tan vasta como su infinita curiosidad. Es conocido principalmente por dos obras maestras que han resistido el paso del tiempo y se han convertido en iconos del arte occidental: la “Mona Lisa” y “La Última Cena”.
La Mona Lisa, pintada entre 1503 y 1506, es quizás la pintura más famosa del mundo, reconocida por la enigmática sonrisa de su retratada y la maestría técnica de Leonardo en la aplicación de la técnica del sfumato.
Por otro lado, “La Última Cena”, completada en 1498, es una de las representaciones más icónicas de la cena de Jesucristo con sus apóstoles antes de su crucifixión.
Sin embargo, el legado de Leonardo da Vinci va mucho más allá de estas dos obras maestras. Fue un pionero en el estudio de la anatomía humana, realizando detallados dibujos anatómicos que revelaban una comprensión sorprendentemente precisa del cuerpo humano.
Sus cuadernos, llenos de dibujos y notas sobre una amplia gama de temas, son testigos de su insaciable curiosidad y su deseo de comprender los misterios del universo.
Además de su habilidad como artista y científico, Leonardo fue un visionario en el campo de la ingeniería.
Diseñó máquinas voladoras, puentes, armas y sistemas de defensa, muchos de los cuales estaban adelantados a su tiempo y no se materializaron hasta siglos después de su muerte.
Su famoso dibujo del “Hombre de Vitruvio”, que representa un hombre inscrito en un círculo y un cuadrado, es un símbolo perdurable de la relación entre el hombre y el cosmos, así como de la búsqueda del equilibrio y la armonía en todas las cosas.
La vida de Leonardo estuvo marcada por la búsqueda constante del conocimiento y la belleza en todas sus formas.
A través de su arte, sus estudios científicos y sus innovaciones tecnológicas, dejó un legado duradero que ha inspirado a generaciones de artistas, científicos y pensadores.
Leonardo encarna la idea del hombre renacentista, alguien cuya curiosidad insaciable y capacidad para abordar múltiples disciplinas lo convierten en un verdadero “genio universal” cuya influencia perdura hasta nuestros días.