Por | Ivana Eberle y Victoria Velis | Decoradoras
El patio de luz es una clásica manera de fusionar el interior y el exterior de nuestra vivienda, creando un ambiente más en la casa sin mayores impedimentos y pudiendo, además, disfrutar de el todo el año.
Cuenta la historia que un colono sevillano del Siglo XVI le dijo a su constructor: “hágame en este solar un gran patio y, si queda sitio, cinco habitaciones y, si queda espacio, grandes corredores”. Este cuento popular pone de manifiesto el ámbito primordial que le damos al patio, al aire fresco, a un rayito de sol, a un pedacito de cielo.
En viviendas de épocas anteriores, estos espacios se planteaban como una necesidad funcional para darle luz y aire a las estancias de las casas que no eran más que típicas construcciones romanas.
El racionalismo trajo consigo la tipología geométrica y esquemas tradicionales que, en su construcción compacta y cerrada, recurrieron a los patios de luz para darle continuidad al interior de la vivienda.
La casa de la cascada de Frank Lloyd Wrigth y Mies Van der Rohe es casi el máximo exponente, donde el afuera y el adentro quedan separados solo por una traslúcida lámina de vidrio.
En la actualidad, las viviendas de grandes dimensiones encuentran en ellos una opción decorativa y agradable de llevar aire fresco y luz al interior del hogar.
La conciencia ecologista también se ha sumado a esta tendencia y ha hecho girar en torno a estos sectores enteros proyectos arquitectónicos. Convirtiéndolos en protagonistas estelares en propuestas destinadas a, por ejemplo, salvaguardar alguna especie de árbol añoso que se encuentre en el lote en que se va a construir.
CLAVES DEL PATIO DE LUZ
A la hora de proyectar, lo primero que debemos hacer es predeterminar la función o el objetivo de estos “pedacitos de cielo” que nos llevamos a casa.
Un patio de luz puede ser un lugar ideal para relajarse y escaparse de la rutina de todos los días. También un espacio verde donde cultivar nuestras más preciadas especies, el eje de circulación de una casa, un escaparate para leer nuestro libro preferido.
Un espacio para el arte, un rincón romántico, el punto focal de cualquier ambiente o, simplemente, una opción decorativa más que interesante.
TIPOS DE PATIOS DE LUZ
RÚSTICO. Proviene de una tendencia que nace en el campo. Se caracteriza por los colores cálidos (tierra, marrones, naranjas y ocre) y el uso de materiales de la naturaleza. Por eso es que lo relacionamos generalmente con los ambientes acogedores. La madera, el hierro, las piedras, cerámicas y textiles de fibras naturales siempre están presentes.
ORIENTAL. Sobre los colores neutros, las pinceladas de negros, rojos y naranjas permitirán trabajar los contrastes que hacen alusión al ying y el yang de estas culturas.
El uso del bambú, mimbre y papel de arroz los caracteriza. Las fuentes de agua y algunos móviles son claves para este tipo de patio de luz.
MINIMALISTA. Líneas puras, simpleza al por mayor sobre colores neutros y austeridad en la ornamentación. Un clásico moderno de la Bauhaus aportar. Un toque único a este espacio con un entorno de acero, hormigón y vidrio.
ECLÉCTICO: Combina estilos diferentes, tanto que hasta pueden parecer incompatibles con la idea de crear un ambiente bello y armonioso a los ojos.
No existen reglas, el objetivo es lograr el ambiente que el dueño de casa quiera: alegre, sofisticado, elegante, colorido, relajado, etc.
Es preciso que continue con la idea rectora que se utilizó para unificar la deco de la casa: el color, los textiles, los adornos, objetos de arte y el mobiliario.
CLÁSICO: Se caracterizan por la elegancia. Perduran en el tiempo debido a la nobleza de los estilos. El diseño generalmente es simétrico, con mobiliario antiguo, de maderas macizas.
Las paredes están recubiertas de marqueterías o molduras. Los adornos son porcelanas y cristales. Los pisos calcáreos con diseños o en damero. El arte está presente en cuadros o esculturas.
Guardar
Guardar