Fotos | @lecmn
El pueblo de Mont Saint-Michel está construido sobre una isla rocosa en el estuario del río Couesnon, que con las subidas y bajadas de las mareas, cambia de entorno mágicamente y es el tercer lugar más visitado de Francia.
Su nombre proviene de la abadía ubicada en el lugar y donde vive la pequeña población de menos de 40 habitantes, entre monjes, monjas y algunos civiles.
En el año 708 el obispo de San Aubert ordenó levantar un santuario en homenaje al arcángel San Gabriel sobre el Monte Tumba, como se conocía anteriormente a este sitio.
Para el año 966, se instaló una comunidad benedictina, que dotó de gran importancia para la religión católica. Mont Saint-Michel pasó a ser un punto clave de la cultura medieval donde se resguardaron enorme cantidad de manuscritos. De allí el otro sobrenombre de este lugar: “Ciudad libro”.
El tiempo ideal para conocer el Mont Saint-Michel es de un día. Pese a la antigüedad, es un lugar muy preparado para recibir al turismo ya que cuenta con hostels, sitios para comer y locales para comprar souvenirs.
Al ser una isla a merced de las mareas, el ingreso al Mont Saint-Michel se realiza por un puente cuando el agua está alta. Mientras que cuando baja el nivel del río, la isla se transforma en un monte y se puede llegar en la navette hippomobile, una pintoresca carroza.
Además de recorrer sus callejones y la abadía que es su atracción principal, no se puede obviar la visita al monumento al arcángel de San Miguel, que corona la torre de la abadía y es uno de los puntos que más atrae a los visitantes.