Por | Jose María Sáez, Taller General
El encargo de Casa Pitaya fue generar una vivienda de fin de semana que establezca una relación íntima con la naturaleza, pero mantenga una buena conexión con el exterior. Una propiedad que sume estas dos complejidades y plantee una alternativa a la cotidianidad.
La locación es: Mindo, un pueblo situado en el bosque húmedo del Chocó andino ecuatoriano. Esta zona se caracteriza por tener altas precipitaciones, clima cálido y una humedad ambiental bastante elevada.
A la vivienda se la plantea como un contenedor biodiverso que busca generar una relación entre lo natural y lo artificial. Entendiendo por natural a la flora y fauna originaría de Mindo y por artificial a lo que se enfoque en resolver las necesidades cotidianas de los usuarios (tecnología, conectividad, ocio, confort).
De esta forma, se busca que Casa Pitaya propicie un hábitat diverso.
Se escoge una ubicación estratégica en el lote. Que permite aprovechar las visuales y generar una relación armoniosa entre la altura de la propiedad y las elevaciones circundantes.
Además, con la ubicación se consiguen distintas escalas de relación adentro-afuera que permitirán distribuir el programa en función de las necesidades espaciales que se establecen para cada espacio con el exterior.
MATERIALIDAD
En cuanto al material se decide trabajar con madera laminada de pino, buscando potenciar el uso de este sistema constructivo emergente en Ecuador. Madebú -el proveedor del material- manejaba tres dimensiones óptimas (en relación a desperdicio) en cuanto al ancho de la pieza (11, 3,5 y 7,5 centímetros).
Con relación al alto, se podía trabajar con múltiplos de tres centímetros. Y para el largo, el límite estaba dado por el transporte y manipulación de las piezas.
Se decidió utilizar las tres dimensiones de ancho disponibles (para estructura principal, estructura secundaria y complementos respectivamente), siempre con un alto de 30 centímetros y una longitud máxima de 9,5 metros (debido a que el camión más grande que podía acceder al lote tenía la capacidad de cargar como máximo una pieza de esa longitud).
Otra condicionante para la dimensión de las piezas fue el peso, debido a la complicada accesibilidad al sitio. El montaje sería manual. Para esto, las piezas debían poder ser transportadas por un equipo de 6 personas. El peso de la pieza más larga es de 145 kilogramos aproximadamente.
La longitud máxima también definió la altura de Casa Pitaya. Las columnas tenían que ser una pieza continua, entonces, la altura máxima es igual a la longitud máxima. Condicionante que no limita a las vigas porque estos elementos sí podían ser compuestos.
Se interviene el terreno generando dos plataformas a distinto nivel, sobre las cuales se apoya una estructura principal, sistemática, de madera laminada, con piezas de sección 30×11 cm y longitudes variables. Las columnas se componen por dos piezas de esta sección que abrazan a la viga longitudinal y ésta a su vez permite apoyar la viga transversal.
Todas las columnas se asientan sobre soportes de transición metálicos para protegerse de la humedad del suelo.
Para moldear los espacios internos se utiliza un nuevo elemento. Al que se lo llama radical libre y permite romper el orden de la estructura principal para responder a las necesidades espaciales conforme al programa.
PROGRAMA
A nivel programático se buscaba una vivienda que pueda cambiar en función de su uso. Una casa que pueda servir adecuadamente a la familia, pero que a su vez pueda albergar a muchos más usuarios y actividades diversas.
Aprovechando el clima particular de Mindo, se establece que las condiciones de confort para la familia no necesariamente son las mismas que para las visitas. Ellos ocuparán la vivienda por largos periodos de tiempo por lo que se piensa en cápsulas que puedan aislarse del contexto y mantener estándares de confort altos. Pero para las visitas, al entenderlas como esporádicas, pueden ocupar el espacio de una manera más informal.
Se piensa en una vivienda que pueda albergar muchas visitas pero que no tenga habitaciones de huéspedes, trabajando con muchos espacios intermedios. Anexos a las cápsulas de uso familiar, que puedan ampliar la capacidad de ocupación de estas y habilitarse de acuerdo a la necesidad.
Estos espacios intermedios también sirven de circulación. Aprovechan las vistas privilegiadas y posibilitan infinitas maneras de ocupar Casa Pitaya. Además, permiten al usuario modelar la escala de cada cápsula de acuerdo a su necesidad. Cualquier habitación de la casa puede crecer y servirse de estos espacios intermedios cuando se requiera.
FICHA TÉCNICA
Arquitectos: Jose María Sáez, Taller General.
Ubicación: Ecuador.
Año del proyecto: 2020.
Fotografía: JAG Studio.