Después de 104 días de cierre, la emblemática Torre Eiffel reabrió sus puertas al público. Este ha sido el cierre más largo de su historia desde la Segunda Guerra Mundial, un hecho sin precedentes que subraya el impacto de la pandemia.
La reapertura llega en el contexto de la llamada Nueva Normalidad, y de momento, solo los turistas franceses pueden disfrutar de esta estructura que simboliza a París y es reconocida en todo el mundo.
Siguiendo las medidas de seguridad establecidas, los ascensores de la torre permanecerán inactivos temporalmente. Así, aquellos que deseen disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad deberán subir a pie los 700 escalones hasta el segundo piso.
Con grupos de visitantes reducidos, y solo los dos primeros pisos disponibles en esta fase inicial, las autoridades estiman que los ascensores reanudarán su servicio en julio.
Sin embargo, las cabinas pequeñas, que llevan a los turistas hasta la parte superior a 324 metros de altura, seguirán inactivas hasta nuevo aviso.
El estricto protocolo de ingreso se ha diseñado meticulosamente para asegurar el distanciamiento social entre los visitantes y así minimizar el riesgo de contagio.
Las medidas incluyen, además de la limitación de acceso, la implementación de señalización específica y controles de flujo para evitar aglomeraciones en áreas de descanso y miradores.
Desde que cerró el 13 de marzo debido a la pandemia de COVID-19, la Torre Eiffel se mantuvo como un faro de esperanza, iluminando cada noche el cielo de París, aunque sin la presencia de los turistas.
Este cierre prolongado ha tenido un impacto económico significativo, con pérdidas estimadas de alrededor de 10 millones de dólares mensuales.
Así lo confirmó Patrick Branco Ruivo, director general de la sociedad que gestiona el monumento, quien ha expresado su compromiso para que la reapertura se realice de forma segura y controlada, permitiendo que poco a poco el turismo recobre su actividad en uno de los destinos más visitados del mundo.
