Amancio Williams fue uno de los exponentes más significativos del Movimiento Moderno en Argentina. Autor de la emblemática Casa del Puente y creador de las bóvedas cáscaras, realizó, además, la dirección de obra de la Casa Curuchet. El único edificio de Le Corbusier en Latinoamérica.
Hijo del reconocido músico y compositor argentino Alberto Williams, Amancio nació en la ciudad de Buenos Aires en 1913. A los 18 años se decidió por la Facultad de Ingeniería de la UBA, pero abandonó los estudios tres años más tarde para dedicarse a la aviación. Finalmente, en 1938, ingresó a la Facultad de Arquitectura, de donde egresaría en 1941.
Su enfoque estuvo basado en la investigación, aunque muchos de sus proyectos nunca se concretaron. Tal vez el más conocido de todos ellos es la Casa del Puente, que diseñó para su padre y fue construida entre 1943 y 1945.
Williams es uno de los mayores referentes de los ideales del movimiento moderno. Ha sido nombrado miembro honorario de instituciones como la Universidad de la República y la Universidad Federico Villarreal. También formó parte de la Academia Nacional de Bellas Artes y recibió un premio de la Fundación Konex en 1982.
La principal característica de su legado es la búsqueda constante de una auténtica expresión de su época. Esto, con el objetivo siempre claro de conseguir una simbiosis entre los avances de la ciencia y su aplicación en la sociedad. Toda su obra ha sido esa búsqueda y bien lo retratan sus estudios.
Los trabajos e investigaciones que realizó son y han sido motivo de análisis en todas las facultades de Arquitectura y Urbanismo del mundo. Publicados de forma frecuente en libros, revistas y diarios nacionales y extranjeros.
AMANCIO WILLIAMS Y LA CASA DEL PUENTE
Considerada una síntesis de los principios del modernismo, la Casa del Puente fue ideada por Williams para su padre y construida en Mar del Plata entre 1943 y 1945.
La obra se realizó sobre un terreno de dos hectáreas, atravesado por un arroyo que funcionaba como punto de apoyo invertido de la obra.
Casi abstracta, la estructura general de la vivienda es geométrica, capaz de reducirse a tres elementos básicos: la lámina curva del puente, las líneas horizontales que guían el diseño del living y el plano de la terraza.
Si bien las dimensiones de la casa no son demasiado grandes, tanto su excepcional ubicación sobre la cuenca del arroyo, como el paisaje boscoso y la perspectiva sobreelevada de la obra, generan una sensación de mayor tamaño.
Williamos pensó el diseño como una forma no invasiva de incorporar a la arquitectura dentro de la naturaleza. De acuerdo a sus escritos y declaraciones, el objetivo principal era conseguir una estructura totalmente liviana, transparente y aérea, que al mismo tiempo fuera honesta en el uso de los materiales. El resultado fue una caja con forma de prisma ubicada sobre un puente curvo que cruzaba el arroyo.
Para esta obra Williams utilizó hormigón armado diseñado en laboratorio para que lograra resistir el deterioro climático sin mantenimiento alguno ni recubrimiento.
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De acuerdo a sus palabras “no quería tapar con artificios la honestidad de los materiales”. Declarada Monumento Histórico Nacional en 1989, la vivienda fue abandonada por sus ocupantes a causa de un juicio de sucesión que comenzó en 1991 y cayó en un intenso deterioro que culminó cuando sufrió un incendio que devastó sus interiores originales. En ruinas, fue adquirida en 2012 por la Municipalidad de General Pueyrredón y recientemente se comenzó con su restauración.
BÓVEDAS CÁSCARAS
Esta es una de las varias estructuras para techos altos que proyectó Williams a fines de la década del 30 del siglo pasado y que en la actualidad sigue utilizándose.
Se trata de una finísima bóveda de 5 cm. de espesor, que gracias a su forma es capaz de soportar cargas extraordinarias y de mantenerse en equilibrio por sí misma. A su vez, ofrece poca resistencia al viento y desagua por su centro a través de la columna hueca.
La pieza de hormigón armado, se ha convertido en un elemento constructivo con identidad propia, que el mismo Williams utilizó en sus edificios y luego fue aplicado en diferentes obras a lo largo del país.
LA CASA CURUTCHET
“Querido amigo, usted es realmente extraordinario”. Le Corbusier hizo este comentario a Amancio Williams en el año 1948, cuando apenas se conocían, aunque ya existía intercambio de textos, investigaciones y proyectos. No obstante, el reconocimiento de Le Corbusier se manifestó realmente en 1949, cuando lo convocó para dirigir su proyecto más reciente, la Casa Curutchet en La Plata.
Amancio Williams aceptó el encargo renunciando a los honorarios, explicando que ya era suficiente con poder materializar la única obra del maestro en la Argentina.
Fue imprescindible la participación de Williams para que la obra pudiera realizarse Respetó a ultranza el diseño elaborado en el estudio, pero no dudó al proponer modificaciones al proyecto original, sugerencias que Le Corbusier incorporó a los planos definitivos de la obra.
Williams desarrolló un estricto procedimiento para conocer cada detalle de la obra que estaba por llevar a cabo. Redibujó todos los planos y hasta realizó variaciones en la carpintería, lo que hizo que se extendieran los plazos para el comienzo de la obra generando la presión de comitente.
La obra se inició en julio de 1950 y Williams permaneció en ella hasta finales de 1951, lapso en el que se construyó la totalidad de la estructura.
Luego, los desacuerdos con el Dr. Curutchet lo hicieron renunciar. Lo sucedió Simón Ungar y un año después el Ingeniero Valdez.
Finalizado su trabajo, Amancio Williams envió a Le Corbusier la documentación elaborada para la ejecución de la obra, a lo que el célebre arquitecto respondió por correspondencia: “Vuelto de India, me he encontrado vuestro dossier de planos de la casa Curutchet. Tengo la impresión que estos planos están cuidadosamente realizados. Pareciera que habéis tenido dificultades con Curutchet, lo siento mucho. La vida es difícil para todo el mundo, y es necesario tener resistencia y agallas; estoy persuadido que usted tiene una y otras”